Hoy, la psicología
entiende al acosador como un depredador moral cuyo objetivo nace de
la presencia de profundos sentimientos de inadecuación personal y profesional
en el inconsciente lo que solemos conocer como complejo de inferioridad.
En lugar de aumentar su propia autoestima, el acosador reacciona ante cualquier
persona o situación que pueda recordarle que él está mal, ridiculizando,
humillando o criticando a sus víctimas. Aunque esta definición podría
servirnos para el acoso en las escuelas también, agregar las TIC supone
varios contratiempos que aumentan aún más la gravedad del ciberacoso. Esto son:
1. El anonimato, o
posible anonimato, ofrece una
situación de ventaja estratégica al acosador y una mayor indefensión a las
víctimas; sobre todo cuando se dan graves casos de chantaje o sexting.
2. La falta de una
percepción directa del daño genera
puede generar un ciberacoso mucho más agresivo y violento psicológicamente, en
el que, además, la empatía del acosador se vuelve casi inexistente por la
invisibilización de la otra persona en Internet.
3. La posible adopción de roles imaginarios en la red también puede fortalecer el poder del acosador y medrar la autoestima de la víctima.
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